viernes, 21 de mayo de 2010

Buscando los restos de las primeras fuentes barrocas (3): Diana

Nos dirigimos hacia la Fuente de la Cruz Verde, situada en la plaza del mismo nombre, muy cerca del viaducto, donde nos encontramos con unas pequeñas estatuas, en las que se representan dos pequeños delfines, en piedra de caliza, y a Diana Cazadora, en mármol blanco.

Se trata de los únicos vestigios que se conservan de la desaparecida Fuente de Puerta Cerrada, llamada también de Diana o de los Cartelones, que, desde 1620 hasta 1849, estuvo enclavada en la confluencia de las calles de San Justo y de Segovia, donde tenía su inicio uno de los viajes de agua medievales de la villa.


La Fuente de Puerta Cerrada, junto a la fachada del Palacio Arzobispal. Al fondo, la popular cruz de piedra que define a la plaza.

Esta fuente fue proyectada por el ingeniero, arquitecto y escultor toscano Rutilio Gaci, si bien su ejecución correspondió al escultor Antonio de Riera y al maestro cantero Juan de Chapitel, a quienes también se deben las fuentes de la Puerta del Sol y de la Plaza de la Villa (el primero) y la de la Plaza de la Provincia (el segundo).

Estaba integrada por un cuerpo cilíndrico, alrededor del cual se disponían cuatro conchas. En la parte superior, se elevaba la citada escultura de Diana, diosa romana de la caza, ataviada con túnica corta y acompañada de un perro, en lugar del característico ciervo, con el que tradicionalmente se ha representado a esta divinidad clásica. La imagen fue adquirida en 1619 por Ludovico Turchi.

Hemos de entender que se encontraba profusamente adornada, en la línea de las otras fuentes diseñadas por Gaci, algo que no podemos apreciar en el dibujo incluido más arriba, que corresponde a una fecha posterior a la restauración de 1793. Ésta fue llevada a cabo por Juan de Villanueva, quien, debido al delicado estado en el que se encontraba, modificó en parte su fisonomía original. 

En el año 1849 se tomó la decisión de desmantelarla, en el contexto de una intensa campaña periodística en la que se cuestionaba la figura de los aguadores, debido al bullicio de su oficio.

El Ayuntamiento de Madrid, haciéndose eco de estas críticas, procedió al derribo de las viejas fuentes barrocas del siglo XVII, aunque también se optó por un cambio de localización del suministro de agua, a lugares más o menos alejados, donde la actividad de los aguadores no provocase grandes molestias.

Este último caso es el de la fuente que ocupa nuestra atención, cuyo manantial fue trasladado a la Plaza de la Cruz Verde, que por entonces estaba prácticamente en la salida de la ciudad.

La nueva fuente fue edificada con materiales de derribo, a partir de un diseño de Martín López Aguado, arquitecto y fontanero mayor de Madrid, quien ideó una solución mural, aprovechando el terraplén artificial del antiguo huerto del Convento del Sacramento. Se inauguró en 1850.


Fotografía de Diego González Ragel (1893-1951), donde se ven la Plaza de la Cruz Verde y la fuente mural del mismo nombre, en la primera mitad del siglo XX.


Detalle del grupo escultórico de la Fuente de la Cruz Verde, procedente de la desaparecida Fuente de Puerta Cerrada.

Artículos relacionados

La serie "Buscando los restos de las primeras fuentes barrocas" consta de estos otros reportajes:
- Introducción
- Fuente de Orfeo
- Fuente de la Fe o de las Arpías (la Mariblanca)
Fuente de la Abundancia
- Fuente de Endimión
Fuentes de la Villa y de los Leones
Fuente de Santo Domingo

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