lunes, 9 de julio de 2012

El río Manzanares, según Francisco de Goya (1)

De todos los artistas que han plasmado al Manzanares, Francisco de Goya es, sin duda alguna, el más célebre. Su obra está plagada de referencias al río, si bien es cierto que nunca como un motivo central, sino como un elemento escenográfico más, a veces bastante secundario.

El Manzanares hace acto de presencia en varios de los cartones que Goya pintó para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, para la que estuvo trabajando desde 1775, cuando se estableció en Madrid, hasta prácticamente 1792. Pero también aparece en lienzos muy posteriores, en los que el autor, liberado de etiquetas y clichés, desarrolló una pintura mucho más personal y creativa.

Comenzamos con la serie de cartones destinada al comedor de los Príncipes de Asturias del Palacio Real de El Pardo (1776-77), la segunda, cronológicamente considerada, que hizo Goya en su carrera. En consonancia con las modas cortesanas de la época, esta colección posee un marcado acento costumbrista, con especial abundancia de temas campestres y festivos.



La Merienda a orillas del Manzanares (1776) refleja una escena de flirteo entre un grupo de majos y una naranjera, un asunto muy del gusto de María Luisa de Parma, por entonces Princesa de Asturias. La acción tiene lugar en las inmediaciones de la Ermita de la Virgen del Puerto, cuya silueta puede adivinarse entre los árboles.

En este creación, Goya aún no se ha despegado completamente de la influencia pictórica de su cuñado Francisco Bayeu, quien le formó como cartonista. Así se observa una especial atención por los detalles (las bandejas, las botellas, los trajes...), aunque también se vislumbran rasgos del Goya más genuino, como el colorido, la fuerza expresiva de los personajes o la audaz composición, a base de planos paralelos que se alejan en la profundidad.



En el célebre Baile a orillas del Manzanares (1776), Goya nos presenta, según sus propias palabras, a "dos majas y dos majos que bailan seguidillas" junto al río, en una zona que diferentes investigadores han identificado como próxima a la Quinta del Sordo, que el pintor compraría años después en las inmediaciones del Puente de Segovia.

Entre las construcciones que se reconocen en la obra, pueden distinguirse la cúpula de San Francisco el Grande y un puente de pontones.

El cartón se hace eco del espíritu integrador que presidía en la época entre los aristócratas, que, al menos en apariencia, propugnaban la mezcla de las distintas clases en los eventos y fiestas populares. Aspecto que se puede comprobar en el atuendo de los personajes: ellos, ataviados como cortesanos, bailan sin reparos con dos mujeres, vestidas de majas.

Saltamos hasta el año 1779 y nos introducimos en la cuarta serie de cartones para tapices firmada por Francisco de Goya. Fue realizada también para el Palacio Real de El Pardo, concretamente para el dormitorio de los Príncipes de Asturias, y como la anterior, gira sobre temas campestres, combinando ambientes festivos con oficios que se desarrollan al aire libre.



Es el caso de Las lavanderas (1779-80), donde el artista se apoya en uno de los gremios socialmente más desprestigiados y marginados de la época (recordemos que tenían prohibido el contacto con los transeúntes) para crear una escena sensual y tierna, en una especie de acto de desagravio.

El cuadro recoge el momento de descanso de varias lavanderas, en las orillas del río. Dos de ellas gastan una broma a una compañera que se ha dormido, situando el hocico de un cordero junto a su cuello, con la intención de despertarla. El influjo de Velázquez puede comprobarse en las tonalidades y colorido de los paisajes que envuelven la escena, con la sierra madrileña como telón de fondo.



Otro de los tapices que iban a decorar el dormitorio de los Príncipes Carlos y María Luisa es El resguardo de tabacos (1779-80), en el que nuevamente se aprecia la influencia velazqueña en la resolución de los paisajes, identificados con las montañas del Guadarrama y, probablemente, el río Manzanares.

El tema al que alude la composición, el contrabando de tabacos, era bastante conocido a finales del siglo XVIII. Generalmente era abordado mediante escenas pintorescas de rufianes y delincuentes, pero Goya opta por representar el brazo de la ley, con un grupo de guardias parados en el monte, uno de ellos en actitud firme e impasible, tal vez como un símbolo de la virilidad.

Sin embargo, diferentes autores cuestionan que realmente se trate de vigilantes, dada su semblanza. Es muy probable que Goya no renunciase a plasmar los rasgos típicos que se suponen a los forajidos -que, para un artista, ofrecen multitud de matices-, aunque ataviados de guardianes, para no incomodar a la Corona, su cliente final.

Próxima entrega

En la siguiente entrega, profundizaremos en otros dos cartones de Goya (La pradera de San Isidro y La gallina ciega) y en el lienzo titulado La carta, todos ellos con algún tipo de referencia al río Manzanares.

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15 comentarios:

  1. Hola Jesus. Veo que has empezado un exaustivo trabajo sobre Goya y su obra, con el Manzanres como union. Me gusta.
    Un abrazo.

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    1. Hola José.
      No podía faltar el genial pintor aragonés en este blog, el que mejor ha inmortalizado a nuestro pequeño río.

      Muchas gracias y un abrazo, Jesús

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  2. Hola Jesús,
    Además de la impecable lectura técnica y costumbrista que haces sobre estas obras de Goya, la serie va a resultar muy refrescante en pleno rigor estival. Es muy curioso el recurso que utiliza Goya en todos los casos de incluir un arbolito de ribera en segundo plano para dar proporción vertical al futuro tapíz.
    Un abrazo.

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    1. Hola Antonio:
      Muchas gracias. No había caído en los del arbolito, pero, es verdad, en todas las pinturas aparece, incluso en las de formato más cuadrangular. Qué ojo tienes...!!!

      Un abrazo, Jesús

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  3. Hola Jesús, precioso recorrido por las riberas de nuestro querido Río de la mano de Goya y la tuya propia, uno más, muchas gracias.
    Un abrazo
    (PD con permiso: muy buena la apreciación de Antonio sobre el arbolito)

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  4. Hola Mercedes:
    Muchas gracias por tu comentario. Por supuesto, con todo el permiso del mundo, lo del arbolito es todo un descubrimiento.

    Un abrazo, Jesús

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  5. Me siento muy halagado, como si fuera ya el sucesor de Zugaza. Intentaré dar un curso de verano en la UIMP sobre: "El arbolito junto al Manzanares en los cartones para tapices de Goya".
    Un abrazo.

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  6. Yo me apuntaría a ese curso. Sin dudarlo!!!

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  7. Hola Jesús,
    Es increíble el jugo que se le puede sacar a un río tan "miserable"(que me perdone el Manzanares), pero algo misterioso debe de tener cuando el genial sordo y otros tantos genios, no tan sordos, se maravillaron con él.
    Gracias a estos genios y a Pasión por Madrid por no olvidarse de nuestro sempiterno "aprendiz".

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    1. Hola Manuel:
      Espero que hayas disfrutado de tus vacaciones y que la nueva ola de recortes no te haya fastidiado. Pues sí, nuestro ya de por sí recortado Manzanares ha dado mucho que hablar a literatos y ha servido de inspiración a numerosos pintores. Ése es su misterio o, a lo mejor, como dice el refrán: "la suerte de la fea la bonita la desea" (dicho sea con todos los respetos para nuestro humilde, pero siempre graciosón, río Manzanares).

      Un abrazo, Jesús

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  8. Pues sí que he disfrutado de las vacaciones, don Jesús, pero a mi vuelta, sin previo aviso, me he encontrado con una empresa en concurso de acreedores. Ahora los recortes los notaré con más intensidad.
    Tendré menos tiempo para dedicarle a mi Madrid de mis entretelas.
    ¡País!

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  9. Me uno a los piropos a nuestro aprendiz de río del que Goya supo sacar tanto partido. Aunque es cierto que el pintor hubiera puesto de fondo un lago, un edificio, un fondo oscuro o el mismísimo cielo, y seguiría siendo cualquier cuadro una maravilla, pero la realidad es que ahí está nuestro río.

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  10. Hola Bélok:
    El Manzanares es pequeño físicamente, pero artísticamente ha tenido la suerte de ser un río grande, enorme, que además sale muy bien en la foto!!

    Un abrazo, Jesús

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  11. Qué deliciosos cuadros y tapices, en una de las zonas menos visitadas del Museo del Prado...Un abrazo.

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  12. Hola Carlos:
    No sabía que fuera una de las zonas menos visitadas. Gracias por el dato. Un abrazo, Jesús

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