lunes, 14 de abril de 2014

La Semana Santa de Madrid, tal y como era (2)

Con esta segunda entrega damos por concluida la serie dedicada a las tallas religiosas que, por alguna que otra razón, ya no desfilan en la Semana Santa madrileña.

'Virgen de la Soledad'

La Virgen de la Soledad es una de las grandes aportaciones madrileñas a la imaginería católica, tanto a escala nacional como internacional. Esta talla fue realizada por el artista andaluz Gaspar Becerra (1520-1568), a petición de Isabel de Valois (1546-1568), la tercera esposa de Felipe II (1527-1598). 

La reina le encargó que materializase escultóricamente un cuadro en el que aparecía una Virgen arrodillada, detrás de una cruz vacía. La estatua debió terminarse hacia 1561, cuando Madrid fue proclamada capital de España.


Talla original de Gaspar Becerra (anterior a 1925). Fototeca del Patrimonio Histórico.

Fue María de la Cueva y Álvarez de Toledo, condesa de Ureña y camarera de la soberana, quien sugirió el atuendo de la talla, así como su nombre. Tal vez influida por la reciente pérdida de su marido, propuso llamarla Nuestra Señora de la Soledad y donarle uno de sus vestidos de viuda, la característica saya blanca y manto negro que, en tiempos de los Austrias, utilizaban las nobles castellanas cuando enviudaban.

La Soledad se convirtió muy pronto en una de las imágenes marianas más populares de Madrid, por no decir la que más. En 1565 fue bendecida y llevada al Convento de la Victoria, situado muy cerca de la Puerta del Sol, en la actual Calle de Espoz y Mina, donde llegó a tener una capilla propia, construida como un anexo en 1611.

El 21 de mayo de 1567 fue fundada la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y en 1568 tuvo lugar su primera salida procesional en una Semana Santa. La costumbre era llevar a la Virgen hasta el alcázar, donde era recibida por la Familia Real.


La 'Virgen de la Soledad' procesionando cerca de la Plaza de la Armería (anterior a 1936).

Tras la Desamortización de Mendizábal, que supuso el derribo del Convento de la Victoria, la talla fue trasladada en 1837 a la Colegiata de San Isidro, en la Calle de Toledo. Aquí estuvo apenas un siglo, ya que, en 1936, nada más comenzar la Guerra Civil, fue pasto de las llamas.

A pesar de su desaparición, hoy día existen miles de copias de la Soledad, tanto pictóricas como escultóricas, que se encuentran repartidas por todo el mundo católico. En Madrid se conservan numerosas réplicas (sin ir más lejos, el popular lienzo de la Virgen de la Paloma), algunas de las cuales procesionan en Semana Santa. Es el caso de la talla que se custodia en la Parroquia de San Ginés, del siglo XVIII.

'Cristo de la Agonía y de la Buena Muerte'

El Cristo en la Calle del Arenal. Años cincuenta del siglo XX.

Las procesiones del Cristo de la Agonía y de la Buena Muerte dieron comienzo en 1881 y finalizaron en el último tercio del siglo XX. La primera talla, realizada en el siglo XVII por el artista vallisoletano Pedro Alonso de los Ríos (1641-1702), fue quemada durante la Guerra Civil (1936-1939). 

En 1940 el imaginero Enrique Cuarteto hizo una nueva escultura, que se venera actualmente en la Iglesia de San Andrés, aunque con el nombre del Cristo del Perdón. En la fotografía adjunta podemos apreciar esta última pieza, desfilando junto a San Ginés.

'La Piedad'

'La Piedad' en la Calle Mayor. Años diez del siglo XX.

La Piedad fue tallada en madera por Juan Adán (1741-1816), un artista que llegó a ser escultor de cámara del rey Fernando VII. A diferencia de otros conjuntos que estamos comentando, la imagen primitiva sí que ha llegado a nuestros días, aunque lejos de la Iglesia de las Escuelas Pías de San Fernando, en la Calle del Mesón de Paredes, a la que pertenecía. 

Con la desaparición de este templo durante la Guerra Civil, fue trasladada en un primer momento a un local del barrio de Argüelles y finalmente al Convento de los Padres Escolapios de Pozuelo de Alarcón. Hoy día no procesiona.


La talla en su ubicación de Pozuelo de Alarcón. Fuente: Forocofrade.

'Cristo de los Alabarderos'

Hablar del Cristo de los Alabarderos, como popularmente se conoce al Santísimo Cristo de la Fe, es hablar de seis tallas escultóricas. La original, de estilo barroco, se veneraba en la Iglesia de San Sebastián, en el Barrio de las Letras, y empezó a procesionar en el primer tercio del siglo XVII, aunque no fue hasta 1753 cuando los alabarderos del Palacio Real comenzaron a portarla.


El 'Cristo de los Alabarderos' por la Calle Mayor (anterior a 1936).

En 1806 el imaginero Ángel Monasterio realizó un segundo Cristo, que se rompió en pedazos al caerse en la salida de 1835. Un año después José Piqué Duart hizo uno nuevo, que apenas duró un siglo, ya que en noviembre de 1936, recién estallada la Guerra Civil, desapareció durante unos bombardeos.

Finalizada la contienda, Ricardo Font realizó una cuarta escultura, que estuvo saliendo hasta el último tercio del siglo XX. Esta imagen no se ha perdido, sino que se guarda en la Parroquia de San Sebastián, aunque su estado de conservación no es muy bueno.


El paso en la Plaza de Oriente (hacia 1910).

A principios del siglo XXI se quiso recuperar la procesión del Cristo de los Alabarderos, razón por la cual José Antonio Martínez Horche recibió el encargo de hacer una nueva figura. Sin embargo, no es ésta la que desfila en el momento actual, sino una obra de Felipe Torres Villarejo, terminada en 2008.

El Cristo de los Alabarderos se custodia en la Iglesia Catedral Castrense, en la embocadura de la Calle del Sacramento con la Calle Mayor. Cada Viernes Santo sale en procesión, desde la Puerta del Príncipe del Palacio Real.


El Cristo desfilando por la Calle Mayor (año 1929).

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12 comentarios:

  1. Hola Jesús, me ha gustado mucho el recorrido por las procesiones del pasado, mostrando esas tallas tan antiguas. Has completado la historia de la Virgen de la Soledad... en un post muy bonito.
    ¡Gracias por todo!
    abrazos

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    1. Muchas gracias Mercedes. Estas fotos de nuestro pasado son tan increíbles...! Gracias a Internet, han salido del olvido y se han "globalizado", así podemos ver imágenes tan remotas como la célebre Soledad de Becerra.

      Un abrazo, Jesús

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  2. ¡Qué buenas las dos entradas, Jesús!

    Me parece muy importante que no solamente hablemos del arte que nos ha llegado, porque lo que la calamidad humana ha dejado perder es tan impresionante o más que lo conservado.

    Me ha impactado mucho ver la Virgen de la Soledad de Gaspar Becerra.

    Muchas gracias por tu trabajo. Que tengas una buena noche.

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  3. Muchas gracias! La Semana Santa madrileña ha cambiado tanto que siempre resulta bueno mirar hacia el pasado para ver sus orígenes.

    Un abrazo, Jesús

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  4. Enhorabuena por la retrospectiva y gracias por "globalizar" esas imágenes perdidas y ahora no tanto. La soledad y la Piedad, soberbias.
    Un abrazo y que disfrutes de la Semana Santa.

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  5. Hola Antonio:
    Creo que ésa es un poco nuestra función, la de muchos blogueros, y es poner al descubierto las fotografías y documentos que hasta ahora permanecían ocultos.

    Que pases también una feliz Semana Santa. Abrazos, Jesús

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  6. Hola Jesús,
    Harto conocido es que no soy nada devoto, pero hay que reconocer que la parafernalia, la liturgia de la Semana Santa impresiona a todo ser con un mínimo de sensibilidad. Todo un arte.
    Las imágenes, un lujazo para guardar.
    Pásalo bien estas vacaciones. Un abrazo.

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    1. Hola Manuel:
      Yo tampoco soy muy devoto, pero este tipo de esculturas me apasionan. Las procesiones son como sacar el barroco a la calle, estilo al que me suelo rendir fácilmente.

      Un abrazo y buenas vacaciones, Jesús

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  7. Hola Jesús. Esplendidas entradas, dando a conocer aspectos poco conocidos de la Semana Santa madrileña, que aun siendo muy importante, por la calidad de sus Pasos, no tiene la fama de la de otras ciudades.
    Un abrazo.

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    1. Hola José,
      Es verdad que la Semana Santa no tiene mucha fama, pero yo creo que poco a poco está empezando a ser conocida. Ya se sabe que los madrileños somos los que menos valoramos lo que tenemos.

      Abrazos, Jesús

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  8. Muy buen trabajo, ¡enhorabuena! Tan solo puntualizar que le luto de las viudas nobles consistía básicamente en manto y vestido negro, sobre el que caían largos velos blancos hasta más abajo de las rodillas. La Soledad parecía vestir de blanco por su postura arrodillada, y también porque con el tiempo, para facilitar la labor de vestirlas, se acaban cortando directamente blancos los vestidos de las Vírgenes de luto. ¡Un fuerte abrazo!

    www.lavirgendeluto.com

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    1. Muchas gracias por tu comentario y por tus aportaciones y matices, que tanto nos ayudan a comprender el origen de esta advocación.

      Felicidades por tu magnífica web. Saludos, Jesús

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