jueves, 2 de septiembre de 2010

Sachetti o la catedral que nunca tuvimos



De todos los proyectos catedralicios con los que ha contado Madrid a lo largo de la historia, nos llama especialmente la atención el redactado en 1752 por Juan Bautista Sachetti (1690-1764), a quien los madrileños debemos el trazado definitivo del Palacio Real.

Fue en este contexto de construcción del palacio, cuando el arquitecto italiano elaboró un ambicioso plan, que, más allá de la propia residencia real, fijaba el perfil urbano de la villa por su lado occidental, recorriendo todos los ángulos de la cornisa del Manzanares, desde la Cuesta de San Vicente hasta Las Vistillas.

Se trataba de una intervención arquitectónica y urbanística en toda regla, que no sólo pretendía la creación de hitos paisajísticos, sino también dotar a Madrid de infraestructuras y equipamientos de primer orden, como una catedral, un puente, un teatro, dos plazas públicas y diversas zonas de servicios, por no hablar del Palacio Real, como la imponente sede de las instituciones del Estado.

Siguiendo directrices típicamente barrocas, Sachetti propuso en su proyecto la alineación ordenada y armónica de los elementos que se acaban de citar, formando ejes urbanos de considerables dimensiones.

Todo ello a partir de las proporciones definidas en el palacio, cuya enorme estructura cuadrangular queda convertida en la principal referencia visual del conjunto y, al mismo tiempo, en la pieza que da la medida a las restantes edificaciones. De ahí que prevalezca la horizontalidad sobre la verticalidad.

A los pies de la fachada meridional del palacio, Sachetti trazó la Plaza Real, un espacio rectangular de gran amplitud, delimitado por dos pórticos y varias construcciones a su alrededor. Entre éstas sobresale la catedral, un magno edificio que el arquitecto incorporó al plan, recuperando un diseño anterior, que él mismo había firmado en 1738.

El templo religioso presenta un aire inequívocamente clasicista, como bien reflejan los edículos (templetes adosados a los muros) de su fachada principal y el pórtico tetrástilo que enmarca el acceso.

Pero, sin duda alguna, lo que más destaca es su enorme cúpula sobre tambor y linterna, que emerge desde el crucero, intencionadamente desproporcionada con respecto a las torres laterales de la fachada y que sirve de contrapunto al pequeño domo de la Capilla Real, situada en el flanco septentrional del palacio.

Al sur de la catedral, Sachetti concibió una nueva plaza, esta vez en exedra. De ella parte un puente monumental, que se apoya en nueve arcos de medio punto, que salva los barrancos de la Calle de Segovia, hasta enlazar con Las Vistillas. Su parte superior está coronada con naves porticadas y tres arcos triunfales, dos en los extremos y otro justo en el centro.

En referencia a los desniveles existentes hasta llegar a las riberas del río Manzanares, el arquitecto contempló la realización de distintos terraplenes artificiales, ornamentados con arquerías, escalinatas, esculturas, fuentes y puertas artísticas. Entre estas últimas, cabe citar la de la Cuesta de San Vicente y la de la Calle de Segovia.





Proyecto para el Palacio Real de Juan Bautista Sachetti (1752). Museo de Historia de Madrid. Calco sobre un original perdido, realizado en 1847 por el ingeniero Juan Ribera. Se conserva en dos pliegos, pegados por la parte central.

Visión de futuro

Al margen del Palacio Real, poco más pudo llevarse a cabo del impresionante plan ideado por Juan Bautista Sachetti, que, insistimos, nos atrae especialmente por la globalidad de su planteamiento y, sobre todo, por su carácter precursor.

Bien es verdad que la falta de recursos impidió que la totalidad del proyecto se ejecutara, pero también es cierto que, aún sin hacerse, ha tenido una influencia decisiva en la actual configuración del entorno urbano de la cornisa, resultado de intervenciones aisladas y aparentemente inconexas.

Nadie puede negar que el eje actualmente formado por la Plaza de la Armería, la Catedral de la Almudena y el Viaducto de Segovia, uniendo el Palacio Real con San Francisco el Grande a través de la Calle de Bailén, trazada a finales del siglo XIX, tiene sus bases en las premisas que Sachetti dejó sentadas en 1752.

Incluso la ubicación del Teatro Real en plena Plaza de Oriente, al lado mismo del palacio, parece tomar prestada la idea del arquitecto italiano de convertir la zona en una gran área de servicios, tal y como él mismo previó con la realización de un coliseo, junto a la catedral.



Artículos relacionados

- El Museo de Colecciones Reales ya se perfila sobre el Campo del Moro
- Museo de Colecciones Reales, ¿otra panorámica rota?
- Desde el mirador del Templo de Debod

4 comentarios:

  1. La cúpula parece inspirarse en la de San Pedro del Vaticano. Es una pena que el proyecto no se llevase a cabo.

    ResponderEliminar
  2. Es muy interesante, ese Madrid que pudo ser y no fue, gracias por contarlo, Jesús.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Anónimo y Mercedes!! Realmente se trataba de un proyecto espectacular. Pero, aunque no se llevó a cabo, su planteamiento global sí que persiste en el entorno del palacio.

    Saludos!!!

    ResponderEliminar
  4. Que casualidad el otro día lei algo sobre este tema.
    Debemos dar las gracias a Sacchetti por este entorno aunque no se cumplieran cumplir sus espectativas.

    ResponderEliminar