lunes, 3 de diciembre de 2012

Madrid según los viajeros de los siglos XV y XVI

Madrid se convierte en un tema recurrente en la literatura de viajes a partir del siglo XVII, cuando la capitalidad es ya una realidad incuestionable y la villa se consolida como una de las grandes urbes del reino.

Pero incluso antes, Madrid llamó la atención de los viajeros. La primera referencia la encontramos en 1494 y se debe al cartógrafo alemán Hieronymus Münzer, quien, en su viaje por España, se detuvo en nuestra ciudad, describiéndola en estos términos: "es tan grande como Biberach. Sus arrabales son muy extensos; tiene muchas fuentes, víveres baratos y dos morerías habitadas por numerosos sarracenos."



En 1539, cuando aún faltaban veintidós años para su proclamación como capital, el historiador italiano Lucio Marieno Sículo dijo que Madrid es "de grande y digna memoria, asentada en muy buena región y bajo cielo muy claro, y no solamente es grande y populosa, sino también noble y de muchos caballeros que en ella tienen sus casas y heredades muy ricas."

"Ha sido esta villa muchas veces aposento y morada de los reyes de Castilla por las muchas y buenas cosas que en ella hay para aposentar caballeros y gente principal. Corren por ella aires muy delgados, por los cuales siempre vi gente muy sana. A este lugar viniendo el emperador don Carlos fue librado de la cuartana que le había fatigado mucho tiempo".

"Este lugar, aunque es villa, tiene y representa todas las partes de la ciudad. Dentro de la cual hay por número veinte iglesias, y más otras que están fuera de los muros. En el cerco de esta villa contamos ciento y veinte torres".

Saltamos a 1561, cuando Gaspar Barreiros publicó Chorographia, un libro en el que éste relata su viaje desde Badajoz hasta Milán, con Toledo y Madrid como destinos intermedios. Aunque estamos en el año de la capitalidad, la visita del cronista portugués a nuestra ciudad fue anterior a ese decisivo hecho.

"Madrid es uno de los mejores lugares de Castilla. Está situado en una buena comarca bien abastecida: abunda el pan, el vino, el aceite, la caza, las frutas y animales domésticos por sus buenos aires. La Corte fija aquí muchas veces su residencia."

"Tiene murallas de paredes de barro con muchas torres. Algunos dicen que son ciento y treinta. Tiene Madrid muchas iglesias y monasterios. Entre ellos uno de frailes llamado Santo Domingo el Real, que este bienaventurado santo edificó y en el que viven más de cien monjas."



En 1584, transcurridas dos décadas del establecimiento de la Corte, el escritor holandés Enrique Cock se refirió a la nueva capital de una forma bastante despectiva, poniendo el acento en los problemas de insalubridad:

"En verano, cuando sopla en remolinos el viento, la atmósfera se llena de polvo procedente de la basura, y lo lanza sobre el rostro de los viandantes. Mas si de mañana se atreve uno a cruzar las calles, no es precisamente olor a incienso lo que le llega a las narices, sino a inmundicias y a desechos domésticos."

En 1594, Camilo Borghese, nuncio del Papa Clemente VIII, dio una de cal y otra de arena al referirse a la villa. "Es bastante grande y está muy poblada. Las calles son largas y serían bellas si no fuese por el fango y la inmundicia que las invaden. Está situada entre colinas y, en algunos lugares, tiene cuestas."

Aunque, analizándolo bien, fueron más las arenas que las cales. "Las casas son míseras y feas. Casi todas están construidas con tierra y, entre otras imperfecciones, carecen de letrinas; por lo que todos hacen sus necesidades en el orinal cuyo contenido arrojan a la calle, cosa que produce un hedor insoportable."

Y terminamos con Diego Cuelbis, un viajero alemán que recorrió España en 1599, casi acabando el siglo que nos hemos puesto como límite. Fue bastante generoso, tal vez excesivo, con la capital española:

"Tiene muchos magníficos edificios y es una de las mayores ciudades de toda España, pero me bastará decir que es casi tan grande como la ciudad de París". E, incluso, fue piadoso con el Manzanares. "El río que pasa junto a la villa no es hondo, pero harto ancho".



Bibliografía

Madrid en la prosa de viaje, estudio y selección, por José Luis Checa. Consejería de Educación y Cultura (CAM). Madrid, 1992

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- El Palacio Real en la literatura de viajes
- El viaje de Cosme de Médici (1): Alcalá y Madrid
- El viaje de Cosme de Médici (2): Reales Sitios, Valdemoro, Torrelodones y Las Rozas 

9 comentarios:

  1. Hola Jesús, muy interesante recopilación, efectivamente hay de cal y de arena... tantas opiniones como subjetividades. Es curioso cómo se ha destacado desde siempre nuestro precioso cielo.
    Un abrazo

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    1. Hola Mercedes:
      Si te das cuenta, las arenas fueron a más cuanto más sólida y afianzada estaba la capitalidad. Debió ser brutal convertirse, de la noche a la mañana, en la capital de todo un imperio.

      Es verdad, no había caído en la cuenta con lo del cielo. Por algo será...

      Un abrazo, Jesús

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  2. Hola Jesús,
    Estupendo artículo. Son muy interesantes los comentarios que has recopilado de los viajeros. Me fijo en dos de ellos (Gaspar Barreiros y el nuncio Camilo Borghese) que coinciden en el dato de que abundaban las construcciones de tierra o barro (tapial) tanto en las murallas como en las casas. Sabemos por los restos visibles hoy dia de la muralla cristiana que su parte baja era de piedra caliza o sílex por lo que hay que deducir que a partir de cierta altura se construyese en tapial y ladrillo. De ahí los escasos restos que nos han llegado en general del XV y XVI.
    Enhorabuena y un abrazo.

    P.D.
    ¿Me prestas, o mejor dicho, te puedo robar ese cronista portugués que no conocía?

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  3. Hola Antonio:
    Como siempre tan observador. Cuando recopilé las crónicas de estos viajeros, me llamó la atención lo del tapial, pero no me lo tomé a pies juntillas, por los restos de piedra que han llegado hasta nosotros. Pero tu explicación no puede ser más lógica y convincente.

    Por supuesto con lo del Gaspar Barreiros. Debió andar despistado y se equivocó de blog. En el tuyo estará como en casa!!!!

    Un abrazo y muchas gracias, Jesús

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  4. Hola Jesus. Excelente cronica la que nos has regalado. Se nota que cada cronista cuenta la batalla según le habia ido,.... bueno como nosotros cuando vamos de viaje.
    Buen articulo y un abrazo.

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  5. Hola José:
    Tienes toda la razón. A falta de las modernas fuentes tecnológica actuales (fotografías, Internet, vídeo...), nos tenemos que fiar de los criterios -siempre subjetivos- de estos cronistas. En cualquier caso, lo que a mí más me llama la atención es que Madrid ya figurase en la literatura de viajes mucho antes de convertirse en la capital.

    Mil gracias. Un abrazo, Jesús

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  6. Hola Jesús,
    Una maravilla de recopilación con todos esos apuntes viajeros que con puyas y elogios debían reflejar bastante bien el emergente Madrid. La verdad es que hasta el siglo XVIII debía ser todo un trago pasear por sus calles. Se hubieran forrado los hoy fabricantes de mascarillas.
    Bonito trabajo, Jesús.
    Un abrazo.

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  7. Mil perdones por esa puya que he puesto fuera de temporada. A cambio, déjome pullar todo lo que desees.

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  8. Hola Manuel:
    No sólo no te puyo, sino que aplaudo todas tus puyas, tan irónicamente elaboradas. Ya sabes que somos fanáticos de tu prosa, que, en aquel Madrid maloliente y embarrado, seguro que hubiese triunfado. Sin duda, Quevedo te hubiese tenido envidia!!!

    Un abrazo y mucha gracias, Jesús

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